Begoña y Andrés sellan su destino con un beso apasionado mientras los secretos del clan De La Reina salen a la luz en el capítulo 134 de “Sueños de libertad”

Tras los nuevos delirios de Begoña, Andrés explica a Luz que su cuñada estuvo a punto de tirarse a la piscina porque decía ver a Julia en el agua. Ante su preocupación, la doctora le acaba contando la verdad: Jesús la está envenenando. Eso sí, le ruega que no haga nada, pues podría arruinar el plan de fuga de su amada…

En la cocina, Fina revela a Isidro que alguien la ha fotografiado en actitud cariñosa junto a su pareja. Su padre maldice al autor de tal canallada y teme que su hija pueda ir a la cárcel. La dependienta termina confesando que Damián tiene esas imágenes y que Marta es su novia y el chófer casi sufre otro infarto…

En la cantina, Gaspar anuncia a Carmen y Tasio que Sonsoles se ha marchado porque la cita íntima no funcionó, en parte porque el matrimonio le abrió los ojos. Ellos aparentan lamentarlo y el tabernero espeta a Pepa que sus cartas fallan más que una escopeta de feria.

Luego, Tasio, deseando saber si Carmen lo perdonará, deja que Pepa le lea el tarot y la aprendiz de pitonisa vaticina que “tal vez sí”. El operario se decepciona con la respuesta y la sevillana vuelve a enfadarse al enterarse de que su marido escribía las cartas que Gaspar mandaba a Sonsoles.

En el despacho, Marta tantea a Isabel, sospechosa de haber encargado las fotos de marras. La jefa de ventas, extrañada de que la secretaria luzca un pañuelo tan caro, insinúa que ésta es mucho más leal a Jesús que al resto de la dirección de la empresa, a pesar de que su hermano se opuso radicalmente a contratarla.

En la alcoba, Andrés desvela a Begoña que lo sabe todo, le insta a dejar de fingir en su presencia y le entrega una gran cantidad de dinero para que pueda escapar con todas las garantías. Además, su cuñado se ofrece a buscar los pasaportes, aunque sea lo último que haga.

A todo esto, Isidro, que ya pasó “por ese doloroso trago”, recomienda a Damián que acepte a Marta tal y como es, ya que estar enamorada de otra mujer no es el fin del mundo. El patriarca se hace el sueco y su amigo le conmina a reflexionar y a no tomar decisiones en caliente: el futuro de sus hijas está en juego.

En las dependencias de los Merino, aparecen Gema e Isabel y Joaquín se ofusca al ver que su mujer no ha roto con la misteriosa secretaria. Ésta trata de calmarlo tachando a Jesús de tirano mientras observa la carpeta en la que guardan los documentos del balneario.

Entretanto, Andrés abre la caja fuerte y coge los pasaportes de Begoña y Julia, convencido de que su hermano los escondía ahí. De pronto, Damián irrumpe en el despacho y nota raro al benjamín, que se inventa que lo esperaba para comentarle que su cuñada por poco no se ahoga en la piscina.

De su lado, don Agustín sugiere que Mateo ha aprovechado su accidente para no alejarse de Claudia. Sin embargo, el chico le replica que solo pretendía ayudarle y, de paso, da una lección al viejo párroco, a quien dispensa de todo el daño que le ha hecho.

En la mansión, Damián, al que don Agustín, arrepentido de sus fechorías, ha pedido que convenza a Mateo de que se quede en la colonia, da otra oportunidad al cura, ya que los rumores desaparecerán pronto si él ni se acerca a Claudia. El muchacho agradece la confianza, pero admite estar algo confuso…

En el dispensario, Isabel, que conoce que Luis está con Luz, registra la carpeta donde los Merino guardan los documentos y descubre que proyectan construir un balneario... A la salida, la secretaria es cazada por Jaime, al que engaña afirmando que padece migrañas.

Y Begoña y Andrés quedan en un lugar apartado, donde él le da los pasaportes y ella le comunica que huirá mañana mismo. Su cuñado plantea acompañarla hasta que embarque, pero la enfermera se niega a implicarlo. Si todo sale bien, ambos no se volverán a ver, por lo que se despiden con un apasionado beso…