La ambiciosa propuesta de construir un balneario parecía ser el camino hacia un futuro prometedor para Luis y Joaquín, pero todo se derrumba cuando Peralta envía una cifra exorbitante para la compra de los terrenos. La devastación se apodera de ellos al darse cuenta de que sus ahorros no son suficientes para hacer frente a tal demanda. La esperanza de conseguir un préstamo bancario se desvanece rápidamente, ya que los bancos rechazan sus solicitudes basadas en los avales de sus nóminas.
Ante esta situación desesperada, Digna, siempre dispuesta a apoyar los sueños de su familia, plantea una idea arriesgada: hipotecar su hogar. Esta propuesta sacude a Luis y Joaquín, quienes comprenden que tal decisión podría poner en riesgo no solo el proyecto, sino también la estabilidad y seguridad de toda la familia. Sin embargo, el peso de la desesperación es tal que comienzan a considerar seriamente la propuesta de Digna.
La idea de perder la casa, el lugar donde han construido tantos recuerdos y que representa un refugio para la familia, crea una gran tensión. Luis se encuentra atrapado entre el deseo de seguir adelante con el proyecto y la preocupación por el bienestar de su familia. Joaquín, por su parte, teme que, incluso con el sacrificio de hipotecar la casa, no sea suficiente para asegurar el éxito del balneario.
Digna, aunque consciente de los riesgos, se mantiene firme en su decisión, convencida de que es la única salida para salvar el proyecto. Pero este acto de valentía también refleja la desesperación de una familia que lo arriesga todo por un sueño que parece cada vez más lejano.
La tensión en la familia crece, y la decisión final sobre si hipotecar o no el hogar se convierte en un punto crucial que podría cambiar el destino de todos.
